sábado, 7 de junio de 2014

El Fantasma errante

Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas esas cosas
había una vez,
cuando yo soñaba
un mundo al revés.

José Agustín Goytisolo


Fui reclutado una noche de un frío febrero. Me lanzaron desde el cielo con un viejo paracaídas parcheado y la orden exacta de "crear el caos por donde fuese". La guerra había comenzado hacía un tiempo inexacto y fui a caer lejos de los puntos calientes. En los primeros meses mi tarea consistía en bajar a los pueblos durante la madrugada, me acercaba amparado por la oscuridad y abría fuego contra las casas. Mi puntería era lamentable y la carabina que llevaba tenía el cañón desviado. El resultado era que los vecinos me ignoraban o abrían sus ventanas para gritar que dejara de hacer ruido.

Tengo un ambicioso plan, consiste en sobrevivir

Dormía durante el día en los agujeros que el bosque me proveía, rodeado de todo tipo de animales que terminaron viéndome como una criatura más del bosque. Mis bestias preferidas eran los gatos salvajes y los lobos. Los gatos iban y venían según se les antojasen, no me buscaban más que cuando la noche era fría y necesitaban calor. Los lobos eran diferentes, nunca me aceptaron como uno más de la manada pero algunos de ellos, sobre todo los cachorros, me miraban primero con curiosidad y luego, con alguno de ellos, trabé una buena amistad. A día de hoy sigo manteniendola con aquellos que siguen vivos .

Una racha de viento nos visitó, y al árbol ni una rama se le agitó...

Mejoré mi pericia con el fusil y conseguí un arma mejor. Los vecinos empezaban a atrincherarse y a montar grupos de vigilancia. Era inútil, por entonces yo era demasiado rápido y abría fuego desde varios puntos de la periferia sin que pudieran localizarme antes de hacer el siguiente disparo. Los vecinos, que no tenían ninguna formación militar, terminaban huyendo a sus casas, o a las casas más cercanas. Todas empezaban a tener mi firma en sus paredes.

...el amor es extraño y difícil en estos tiempos...

Un día, volviendo al alba a mi refugio en el bosque, encontré a la manada masacrada. Los que no habían muerto habían huido, salvo una loba que me miraba confundida. Los aldeanos habían venido buscándome y los lobos habían caído sobre ellos. Había miembros humanos a varias decenas de metros a la redonda. La mano de un brazo mutilado aún sostenía un cuchillo, la talla era basta pero el metal era de calidad. Lo cogí y dije "Que el fusil haga ruido y el acero cobre sangre". Le prometí a la loba que habría venganza. Al igual que odio que la gente me toque, odio dormir acompañado, pero siempre hay excepciones. Para querer compartir tacto o sueños con alguien solo necesito que la persona sea simplemente diferente, la mediocridad me da asco y aburrimiento. Aquella loba durmió durante los siguientes años conmigo.

...es domingo y la gente del cine ríe cuando no debe...

Se corrió la voz de que un fantasma asaltaba de noche los pueblos degollando a quien estuviera en las calles  y que con ese fantasma iba un demonio que andaba a cuatro patas La historia fantasmagórica se corrió por toda la comarca y el terror se instaló en todas las poblaciones. Nuestra dupla era admirada por la gente de nuestro bando pero también envidiada, mi nombre empezaba a ser leyenda. Una madrugada de septiembre nos dispusimos  a hacer lo que hacíamos siempre, entrar andando por el pueblo y matar. Si no veíamos a nadie abría fuego contra algún portal que viera fácil de derribar y entrabamos sesgando todas las vidas que estuvieran a nuestro alcance. Pero algo pasó aquel día, la loba no apareció y por primera vez en años entré solo por las calles. Silbaba una melodía para anunciar mi presencia allí, normalmente eso provocaba que las ventanas se cerrasen con prisas y fuertemente, hacía tiempo que ningún hombre se atrevía a hacerme frente. Aquella noche no se cerró ninguna ventana. Una decena de soldados uniformados se asomaron a los tejados y me ofrecieron clemencia si clavaba las rodillas y aceptaba unirme al redil. Yo, que nunca fui de uniformes, disparé contra el más joven de ellos encajando una bala en su ojo izquierdo.

Y engáñame un poco al menos
Dí que me quieres aún más
Que durante todo este tiempo
Lo has pasado fatal

Se me iba la vida. Me habían alcanzado en varios puntos del cuerpo, entre ellos el pecho, pero había conseguido girar la esquina. Esta emboscada era fruto de la traición pero ¿de quién? ¿la loba? ¿mi bando? ¿compañeros de lucha? Si salía de ésta el mundo entero conocería el ruido de mi fusil y el filo de mi acero, daría igual que bandera se portase. Iba dejando un reguero de sangre espesa por la calle cuando un soldado salió de uno de los portales. Le golpeé con la carabina en la rodilla y cuando cayó le aplasté el cráneo con la culata. Seguí corriendo. Escuché los pasos de los militares tras de mí cuando un pálido y escuálido jamelgo blanco se cruzó en mi camino y me dijo que era la Muerte. Saqué mi puñal pero no hice nada, solo susurré "Todavía no, te lo ruego, venganza". El caballo me dijo "Entonces ¿qué le pides a la vida?" respondí "Todo". El jamelgo se encabrito, me pidió que le montara y salió al galope calle abajo envistiendo a los soldados. Cada militar que golpeó ardió de manera infernal mientras reía a carcajadas.

Pleased to meet you 
Hope you guess my name 
But what's puzzling you 
Is the nature of my game 

A partir de aquella noche dediqué mis días a acrecentar mi leyenda. Se decía que nadie manejaba el cuchillo mejor que yo, que había acabado con más de un millar de hombres y que el ruido de mi fusil era diferente, como disparado directamente desde el infierno. No solo creaba el caos sin distinguir banderas sino que también dedicaba mis largas vigilias a buscar a alguien como yo. Alguien que hubiera venido al mundo a romper los ordenes sociales, a remover la conciencia, a crear y a destruir. A menudo, y precedido por mi reciente fama, muchos y muchas venían buscándome pero ninguno tenían talento suficiente en el arte de la creación y de la destrucción y la mayoría acababan con la garganta abierta por hacerme perder el tiempo.

Chi va dicendo in giro 
che odio il mio lavoro 
non sa con quanto amore 
mi dedico al tritolo

Una noche de cacería, en medio de un temporal estival donde el calor y frío bailaban de la mano, encontré frente a la puerta de mi casa un cachorro de loba herido. Ella pedía asilo y yo aquella noche tenía a tiro hecho varias presas. Alguna hubiera sido valiosa pero de presas está lleno el mundo, lobos así nunca había visto antes, así que que me quedé allí. Ella me habló del caos y yo de la vida, nos pilló el sol desprevenidos hablando bajo las últimas estrellas. Luego lloró y nos escondimos sin saber de qué o de quien. Compartimos una manta y me dijo "Todo ésto es pura poesía" yo respondí "Sí", luego dormí como hacía años que no dormía. Le hubiera dado cobijo todo el tiempo que me prestó la Muerte pero los dos teníamos dientes y garras y si tenemos que escondernos que sea de nosotros mismos, no de cualquier otro mortal. Lo último que le dije fue "La próxima vez que la vida te pregunte que qué quieres, pídele todo".

Desde aquí, desde mi casa 
veo la playa vacía 
ya lo estaba hace unos días 
ahora está llena de lluvia 
y tú ahí sigues sin paraguas 

Anduve los siguientes días sin saber a donde ir. Rondé algunas calles oscuras mientras todos dormían. Un murciélago sobrevoló mi cabeza y un pensamiento me vino súbito "mientras matas el tiempo el tiempo te quiere matar a ti."  Alguien se acercaba, era una multitud. Todos los presentes me apuntaban con el dedo y por cada dedo levantado había un dedo amputado por mí. Recibí empujones y acusaciones y yo grité "¿Acaso no sabéis quién soy?". La multitud furibunda me acusaba de alta traición y yo que no tengo nada más grande que el orgullo levanté mis hombro y arrollé a todos los que pude. Los palos se partían en mi espalda y las navajas atravesaban mi cuerpo y grité "Son mevos ne sol ñusoes etapo" esperando que me escuchara, pues si iban a ser mis últimas palabras por lo menos que alguien las comprendiera. Me creí muerto, y quizás lo estuve, pero los gatos salvajes aún se acordaban de mí y crearon  la confusión entre la gente. Algunos mordían los muslos de las personas, otros se lanzaban a la cara y unos cuantos me arrastraron lejos.

Despierto con pocas ganas como expulsado del cielo...

Abrí los ojos, una gata lamía mis heridas. Yo le dije que parase, ella insistía pero odio que me toquen y la empuje lejos. Ella decía que me quería acompañar, que no encontraría mejor compañera de viaje, pero la miré y solo vi una gata normal y la gente normal me aburre y su contacto no me gusta. Ella se puso a hablar de literatura y de poetas italianos y yo escuchaba en sus palabras el alma de quien ha leído mucho pero no sabe escribir y le dije "No". Entonces sacó sus garra, que eran enormes, y dijo "Tu tiempo es mío" y yo respondí "Mi tiempo ya está vendido". Entre sollozos tuve que apartarla cogiéndola en peso, no sin  antes regalarle un beso por haberme atendido cuando estaba herido. Me enganchó del brazo y me suplicó por última vez "Por favor, llévame contigo." No la llevé conmigo.

Seguí un camino, cualquier camino, pensando que llevaba toda una vida siendo diferente, arrasando por donde fuese, y miré mi carabina y mi acero y sonreí. Que temblase la humanidad, el Fantasma volvía a caminar.


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