lunes, 12 de mayo de 2014

La sombra de mi sombra


"Antes de darme por muerto búscame en el bar"
La Cabra Mecánica

Ayer tuve un diálogo con mi sombra, yo le dije "ven" y ella me respondió "me voy por ahí". No creo que fuera un malentendido, es más un tema de incompatibilidad de carácteres. Ella tiende a subirse por las paredes (incluso a veces al techo) y a cambiar de tamaño constantemente y yo soy un tío más tranquilo, intento quedarme en la misma estatura lo máximo posible. Hay días en que intenta separarse de mí (como ayer) y tengo que agarrarla de los pies para no quedarme sin ella. Solo cuando llega la noche se va a dormir mientras yo me pierdo en la ciudad, aunque siendo sinceros, siempre he sospechado que aprovecha la oscuridad para seguirme aunque nunca he conseguido pillarla en tal acto.


Hoy he leído que Estados Unidos llama a Europa a la movilización de tropas en vistas de los movimientos prorrusos en Ucrania. Mientras, Rusia amenaza a Europa con cortarle el suministro de gas. Al mismo tiempo el Euro empieza a coger un valor peligrosamente alto y la clase media es cada vez menos media. Existe un axioma histórico que dice que nunca una democracia ha entrado en guerra con otra, así que más vale que ningún país de la orbita europa decida restringir las elecciones o sería el primero en probar la polvora internacional. Aunque las guerras actuales ya no solo se hacen con armas, ahora hay otros métodos cuanto menos iguales o más agresivos. 


Hablando de guerras echémos un vistazo a España. Crisis económica mundial, las explotaciones nacionales divididas entre pocas manos, la Iglesia al borde de perder derechos y propiedades, una monarquía demasiado cuestionada y un ambiente internacional inestable. Ciertamente, podría estar hablando de la actualidad pero solo hacía un repaso de la España previa a la malograda II República. Hay quien dice que la historia se repite, ya veremos en las próximas elecciones, aunque sin duda en la actualidad hay un diferencia entre esa época y la nuestra: la gente creía en la ideologías.



Antes las ideas justificaban los actos. En los años setenta uno se jugaba la vida haciendo pintadas en una pared en pos de darle voz a una idea, o bien, había quien levantaba el brazo cantando el cara el sol buscando la permanencia de su pensamiento en la sociedad. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué ya las universidades no son un hervidero de ideas? ¿Por qué ya nadie habla en los pasillos sobre Lacan o Marx? ¿Por qué las protestas en las calles ya no sirven para nada? La respuesta más escuchadas es la de la generación de nuestros padres, la que nos dice que los jóvenes nos hemos perdido en la televisión y la radio, en los videojuegos o en el alcohol. Lejos de ser ésto falso podemos imponer otro punto de vista, la generación que se dejó litros de sangre en los pavimentos de las calles de los últimos años de la dictadura, la misma que se calló durante la Transición y aquella que tomó las riendas del país con la democracia, es la que ha provocado este desastre. 


Lejos de hacerse justicia con los colaboradores de la dictadura se les permitió entrar en el juego democrático, tanto que parece que se repartieron el pastel con los nuevos "listos". Resultado de los primeros años: país en inicios de modernización, OTAN, Unión Europea, tasa de desempleo por las nubes, terrorismo (daba igual el bando), drogadicción, libertad de expresión (más que en los años previos, menos de los deseado), focalización política en dos grandes partidos (ambos con activos residuales del franquismo) y protestas violentas. El pastel no había cambiado de manos, solo se había repartido un poquito más.



Cayó la URSS y se acabó el sueño rojo. Se fueron los 80 y la heroina con ellos, el país empieza a llenarse de nuevos ricos, muere el movimiento Punk. Llegó la LOGSE y las Mama Chicho y la Inteligencia decidió atarse una piedra al cuello y tirarse a la ría. Ya nadie quería ser el nuevo Serrat, todos preferían ser otro Ismael Beiro. Llegaron los días en que era mejor ser uno más del montón que destacar. Incluso parece que aquellos que iban de levantar el brazo cara al sol empezaban a estar desencantados.



Mientras la burbuja económica engordaba hasta hacerse más que previsible el momento actual, España seguía en deuda. Aun quedaban miles de muertos enterrados en cunetas y familiares que no podía recuperarlos porque ninguna administración se atrevía a romper el ambiente idílico de aquellos años. Zapatero, en un lamentable intento de ganar votos tirando de algo tan antiguo y cutre como era levantar el espíritu de la Guerra Civil, aprueba la ley de la Memoria Histórica, la cual no dejaba de ser una serie de medidas que por su falta de criterio y su moderación a la hora de aplicarse se quedaba en algunas intervenciones puntuales. En cualquier caso, llegaba tarde. Ya apenas quedan familiares de los caídos en la Guerra Civil y lo único que ha conseguido tal ley es volver a armar una confrontación que ya nadie se cree.



Dirán nuestros padres que desde la distancia es fácil criticar la actitud de la Transición, que había miedo y demasiada violencia en las calles. Nosotros podemos responder que la distancia nos ha dejado sin futuro, viviendo en un país cínico que no tiene sitio para nosotros y que ya no nos creemos nada: ni ideologías, ni democracias, ni principes ni princesas. Que nos han transformado en una generación nihilista, que por no tener no tiene ni ganas de meterle fuego a las calles. Se nos ha enseñado que con la violencia no se consigue nada pero cuando alguien grita frente al parlamento recibe hostias a manos de los perros del Estado, el mismo Estado que solo negocia si los adoquines vuelan (veáse Burgos).



Nos han robado el futuro y, en días como éste que la lluvia no me deja ver mi sombra, pienso que la sombra soy yo.















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